" En estos días hace mucho frío... ayer desperté en la madrugada buscando con que cobijarme en la coladera; sentía que el frío me calaba los huesos, me eché una monita ( solvente ) pa’calmar los fríos y me acordé de mi jefecita y me dio tristeza pensar que tiene mucho que no la veo; pero no quiero volver, pues me acuerdo de los golpes que me daba porque me salía de la escuela o cuando me encontró chemeando ( inhalando ) en la esquina...
...el chino se acurrucó conmigo y me prestó tantita cobija, porque el frío está bien cabrón... él sí es bien banda; somos como carnales aquí en la calle... el está más chavito y yo lo cuido de los más grandes; si yo traigo le invito sus ‘monas’ y el me da un cacho de su comida...
... cuando amaneció y había un poco de luz, salí rápido pa’ ver si la Sra. Lupe - la de los atoles - ya había llegado, pero no vino a chambear. Esperamos a que el sol saliera para sentarnos afuera y calentarnos un poco antes de limpiar parabrisas y sacar para un taco. Pero mejor nos volvimos a meter a la coladera para evitar broncas... Una coladera es más segura, la tira no viene tan seguido a molestarte, en un baldío los vecinos llaman a la policía o los dueños te corren. Aquí es como si no te vieran ..."
e s c o m o s i n o t e v i e r a n ... e s c o m o s i n o t e v i e r a n ...
Los niños y jovenes de la calle están muy cerca, quizás a nuestra espalda... por ser ya parte del paisaje urbano, no los vemos... son solo eso: Sombras del asfalto.
A diario vemos en el Distrito Federal a niños que viven en la calle y quizá nos hemos cuestionado muchas veces las razones que orillaron a estos pequeños para estar ahí, por mi mente siempre pasa esta respuesta, “están ahí porque tratan de escapar del maltrato de su casa, de la pobreza física y afectiva que sus padres les brindan”, pero inmediatamente después me cuestiono lo que nosotros como sociedad podríamos hacer por ellos…
Muchas veces se les llega a tomar como una “basura social” que hay que “limpiar” de la calle. Sin embargo es muy fácil juzgar y poner un adjetivo a estos chiquitos, lo difícil es aceptar que todos somos iguales y que los niños de la calle son consecuencia de una sociedad destructiva y carente de valores. Y digo esto porque realmente si fuéramos una sociedad admirable, llena de valores, no menospreciaríamos a estos niños.
Quizá no podemos alimentar o vestir a todos estos niños, porque como individuos no podemos hacer mucho como pudiera hacer el gobierno o todos en conjunto; pero creo que sí les brindamos una sonrisa cada vez que pasemos junto a ellos y los hacemos sentir parte de esta sociedad, quizá aliviaríamos un poco el dolor que estos pequeños tienen en su corazón.
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